El 1 de diciembre de 2010 se presentó en el Parlamento Vasco el informe sobre las llamadas víctimas de vulneraciones de derechos humanos y sufrimientos injustos producidos en un contexto de violencia de motivación política.
Reconocemos que el hecho de presentar en el Parlamento de Gasteiz el mencionado informe es un paso al aceptar y asumir la existencia de violaciones y de vulneraciones graves de los derechos humanos, algunas hasta llegar al asesinato, tanto a cargo de las Fuerzas de Seguridad del Estado como a cargo de grupos incontrolados o parapoliciales que actuaban con la protección de las mencionadas Fuerzas de Seguridad ó del aparato del Estado.
Reconocemos también que el aceptar por parte de los partidos políticos PP y PSE-EE el hecho de que ha habido vulneraciones de los derechos humanos de muchos ciudadanos vascos también por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado es un paso adelante. Un paso que la ciudadanía vasca ya había dado. ¡Bienvenidos al consenso!
Reconocemos que el hecho de aceptar que la vulneración de esos derechos humanos se ha basado en la violencia de carácter político puede suponer un paso en la buena dirección. En la 3ª característica de la violencia de motivación política del informe se dice lo siguiente: “La elección de los sujetos a quienes se dirige la violencia responde a una intencionalidad política, bien porque son razones políticas o ideológicas las que llevan a la selección de las víctimas, bien porque está – aunque sea aleatoria o indiscriminada – responde a este objetivo general de amedrentar y causar terror en la población”.
No olvidemos, sin embargo, que aunque la aceptación pública de la existencia de la violencia de carácter político es loable, el objetivo debe ser la reparación integral de las víctimas. Y, para ello, tiene que haber un reconocimiento por parte del Estado del daño causado y una declaración de asunción de responsabilidades. Así mismo, tiene que haber un reconocimiento público y constante en el tiempo de las víctimas; hay que reconocer y dar a conocer la verdad, hay que visibilizar a las víctimas y tratarlas con humanidad y dignidad. Todo ello imprescindible, si queremos hacer justicia.
Perdonadnos si manifestamos nuestro escepticismo, pero hay numerosos motivos que nos llevan a pensar que la presentación de un documento en sede parlamentaria donde se reconoce la existencia de sufrimientos provocados por la violencia de motivación política puede ser un fraude que frustre las esperanzas de las víctimas. Veamos algunas de esas razones:
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