El 18 d’Abril vam estar a Collioure per a visitar la tomba de Antonio Machado en el mes de la proclamació de la República i retre el nostre petit homenatge. Vam comprovar que molta gent té un record per al poeta que tristament va morir a l’exili forçat de malaltia i pena.
Antonio Machado va estar al costat de la República:
«Yo no me hubiera marchado; estoy viejo y enfermo. Pero quería luchar al lado vuestro. Quería terminar una vida que he llevado dignamente, muriendo con dignidad. Y esto sólo podría conseguirlo cayendo a vuestro lado, luchando por la causa justa como vosotros lo hacéis»
...
Frente a la palma de fuego
que deja el sol que se va,
en la tarde silenciosa
y en este jardín de paz,
mientras Valencia florida
se bebe al Guadalivar
—Valencia
en el lírico cielo de Ausias March,
trocando su río en rosas
antes que llegue a la mar—,
pienso en la guerra. La guerra
viene como un huracán
por los páramos del alto Duero,
por la llanuras de pan llevar,
desde la fértil Extrenuulura
a estos jardines del limonar,
desde los grises cielos astures
a las marismas de luz y sal.
Pienso en España vendida toda
de río a rio, de monte a monte, de mar a mar
Antonio Machado se murió de pena. Así lo suelen afirmar los biógrafos del poeta. El miedo, la pobreza, las interminables esperas en la frontera, el frío, el fracaso, la nostalgia, la soledad... —nos dicen—, van a precipitar su prematura muerte. Y a continuación enumeran algunas de estas circunstancias. El cariz sombrío de los acontecimientos en la guerra que terminará con el agobiante periplo final por España y Francia. La separación durante la guerra y luego el tremendo sinsabor de saber a su hermano Manuel, tan inseparable camarada de empresas literarias y teatrales, convertido ahora en importante valedor de esa España que empuja a él y su otra familia al exilio. Las solicitudes por su madre anciana —que morirá tres días después del poeta— y por sus sobrinas —hijas de su hemano José—, a las que quería como un padre y de las que no se tenía noticia. La irremediable pérdida de Guiomar, su gran amor otoñal, cuyo recuerdo le acompañará durante todo el exilio interior y exterior, hasta las mismas puertas de la muerte. Todas estos sucesos —nos repiten—, agotarán moralmente al poeta y acortarán una vida que no alcanzará los 65 años. Llegir més.
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