Fue miembro infatigable de la resistencia antifranquista
JULIÁN CHAVES 09/07/2011
Ayer nos dejó Gerardo Antón, Pinto, militante comunista nacido en el pueblo cacereño de Aceituna en 1917. Perdemos su presencia pero no su legado de defensor infatigable de sus ideales, de persona de principios que supo sobreponerse a las muchas adversidades que le fue deparando la vida. Tarea que no fue fácil para una persona de familia humilde que no pudo acceder a estudios primarios. Desde muy joven se identificó con las organizaciones de izquierdas españolas. Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 se afilió al Partido Comunista de España, militancia que no abandonó el resto de su vida.
Tras la sublevación de julio de ese año fue movilizado por los rebeldes. Trató de pasarse al bando republicano, lo que, muy a su pesar, no logró. Acabada la guerra, no aceptó la dictadura franquista y pese al riesgo que suponía cualquier atisbo de oposición, no dudó en buscar acomodo en el movimiento de oposición armada que se desarrolló en Extremadura durante los años cuarenta, integrándose en la partida de su admirado compañero Pedro José Marquino Monje, Francés.
Su incorporación efectiva al maquis se produjo mediados los años cuarenta. Primero tomó parte activa en múltiples acciones en cortijos y poblaciones. Posteriormente, actuó de enlace con sus superiores viajando a la capital de España. Hubo ocasiones en que su vida pendió de un hilo, pero la suerte siempre le acompañó. Fue de los pocos supervivientes de la guerrilla extremeña que pudo marchar al exilio en Francia, tras el frustrado intento de salir del país por Portugal.
Exilio que siempre recordó con amargura, especialmente en sus primeros tiempos, debido al trato vejatorio que sufrió en el país de acogida hasta que logró estabilizar su situación laboral. En Francia mantuvo su militancia comunista, participando en Saint Denis -población en la que se estableció- y en el cercano París en cuantas marchas de protesta se organizaban contra la dictadura franquista. Llegada la Transición volvió a España, sin abandonar su residencia francesa. Desde entonces se convirtió en defensor del maquis. Nunca rechazó una invitación cuando era invitado para contar su experiencia y resaltar los valores de sus compañeros de oposición armada.
Con su voz cadenciosa y la sempiterna gorra con la bandera de la República y la insignia comunista, siempre supo cómo captar la atención del público en los encuentros en que participó a lo largo y ancho de España. Experiencias que han quedado retenidas en los libros y documentales que se han realizado sobre su vida. Se nos ha ido un hombre de bien, un ejemplo de luchador antifranquista infatigable, auténtico defensor, en tiempos muy difíciles, de la democracia que hoy disfrutamos todos los españoles.
Su incorporación efectiva al maquis se produjo mediados los años cuarenta. Primero tomó parte activa en múltiples acciones en cortijos y poblaciones. Posteriormente, actuó de enlace con sus superiores viajando a la capital de España. Hubo ocasiones en que su vida pendió de un hilo, pero la suerte siempre le acompañó. Fue de los pocos supervivientes de la guerrilla extremeña que pudo marchar al exilio en Francia, tras el frustrado intento de salir del país por Portugal.
Exilio que siempre recordó con amargura, especialmente en sus primeros tiempos, debido al trato vejatorio que sufrió en el país de acogida hasta que logró estabilizar su situación laboral. En Francia mantuvo su militancia comunista, participando en Saint Denis -población en la que se estableció- y en el cercano París en cuantas marchas de protesta se organizaban contra la dictadura franquista. Llegada la Transición volvió a España, sin abandonar su residencia francesa. Desde entonces se convirtió en defensor del maquis. Nunca rechazó una invitación cuando era invitado para contar su experiencia y resaltar los valores de sus compañeros de oposición armada.
Con su voz cadenciosa y la sempiterna gorra con la bandera de la República y la insignia comunista, siempre supo cómo captar la atención del público en los encuentros en que participó a lo largo y ancho de España. Experiencias que han quedado retenidas en los libros y documentales que se han realizado sobre su vida. Se nos ha ido un hombre de bien, un ejemplo de luchador antifranquista infatigable, auténtico defensor, en tiempos muy difíciles, de la democracia que hoy disfrutamos todos los españoles.
Julián Chaves, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura, es autor del libro Guerrilla y franquismo: memoria viva del maquis Gerardo Antón, 'Pinto' (Editora Regional de Extremadura).
*Fuente: El Pais, 9/7/2011 http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/Gerardo/Anton/Pinto/maquis/extremeno/elpepinec/20110709elpepinec_2/Tes |
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